THROUGH A SMALL LENS

En el el 2021 tras la pandemia, una larga sequía creativa y un fuerte síndrome del impostor, decidí dejar la fotografía y vender todo mi material. Tras ello, cambié a un sector que exigía más tiempo de trabajo con el ordenador y me daba la sensación que podría trabajar de manera remota y viajar más. Nada más lejos de la realidad.

Tras varios meses dedicándome a buscarme la vida como animador 3D, me di cuenta que tantas horas sentado frente a una pantalla de ordenador mientras viajaba me drenaba y quitaba la oportunidad de conocer gente, experiencias y pasaba más tiempo entre cuatro paredes de lo que mi cuerpo y mi mente podía aceptar. Empecé a salir con mi móvil nuevo y comencé a documentar mi entorno y a gente como un diario visual, y sin darme cuenta la fotografía volvía a mi vida.

Es entonces cuando aprendí una lección: si vale la pena es un camino largo en el que la paciencia y la calma mental juega un papel muy importante.

Con esta idea en la cabeza continúe mi sendero fotografiando y disfrutando a través de una pequeña lente, hasta que un día tras terminar un proyecto de un par de semanas decidí que sería el último y volvería a retomar mi pasión por la fotografía pero con una regla: poquito a poquito.

A la vuelta a Valencia edité un libro con las mejores fotos de mi viaje bajo el primer nombre que me vino a la cabeza ‘el retorno’ y luego lo cambié a ‘Through a small lens’. Ver las fotografías impresas me alentó a continuar y a tratar este arte como forma de meditación y relajación. Además de comprender que para crear tan sólo tienes que actuar.